Imprimir
Recomendar nota
Isauro Jerez honra a los “luchones” que construyeron la identidad de Cananea
Escrito por: Martha Chávez
Cananea, Sonora, a 08 de diciembre de 2025.- El reconocido locutor Isauro Jerez Rochin compartió una crónica que revive a los personajes que, con autodisciplina, ingenio y un espíritu de lucha formaron parte de la historia cotidiana de Cananea.
Se trata de hombres y mujeres que, mucho antes de que existiera el término “luchones”, ya emprendían, trabajaban contra todo pronóstico y daban vida a los barrios con su presencia diaria en el comercio ambulante.
El relato destaca el papel que tuvieron en una época donde esta actividad, la convivencia vecinal y los oficios tradicionales eran parte esencial del ritmo comunitario.
Sus voces, pregones y recorridos no solo abastecían a las familias, sino que también dejaron huellas profundas en la memoria colectiva.
Uno de estos personajes es Jesús Ramírez Galván, recordado como el “Cuaterninta”, quien, tras descargar carne en la cooperativa, recibía vísceras de res que acomodaba en una caja para venderlas por el barrio.
Su pregón, gritado con fuerza y ritmo, sigue vivo entre los cananenses: “Tipas, coazones, bofes y riñones”.
Además, cada semana era el encargado de preparar los chicharrones bajo el tejabán del área de descarga, una tarea que también lo distinguió entre la comunidad.
Jerez Rochin también recuerda a Manuel, el cobrador puntual de la zapatería La Cadena, un hombre de porte impecable y carácter serio, apodado “el chinito” por sus ojos rasgados.
Su enojo se hacía evidente cuando los jóvenes del barrio le cantaban la popular tonada “chinito, chinito, toca la malaca”, episodio que hoy forma parte del folclor urbano de la ciudad.
La crónica subraya que, en aquellos años, el comercio ambulante era indispensable, pues muchas familias enfrentaban dificultades para trasladarse al centro.
Los vendedores eran conocidos como “falluqueros”, quienes ofrecían productos casa por casa y permitían pagar en abonos, acercando la economía a los hogares.
Entre las mujeres trabajadoras que marcaron una época destaca la señora Loreto de Durán, con su beliz repleto de cremas; Doña Adela García, dedicada a vender ropa interior y María Grijalva, mejor conocida como “María Guila”, encargada de llevar las dedicatorias de la comunidad a la estación de radio FQ.
Todas ellas, con esfuerzo diario, construyeron puentes de comunicación y servicio fundamentales para los barrios.
Otro de los personajes más recordados es el “Súper Morales”, quien vendía ropa mexicana después de cumplir con su jornada laboral.
Jerez Rochin narra una de sus anécdotas más conocidas cuando Morales corriendo desesperado detrás de su carro, que se deslizaba sin control por una pendiente mientras él le silbaba y gritaba “¡Párate!”.
El vehículo terminó girando solo y deteniéndose a mitad del puente, evitando un accidente mayor.
Las tardes en la Chivatera también han quedado grabadas en la memoria colectiva gracias a figuras peculiares como Don Rafael Olivas y Don Valeriano Aguilar, una pareja muy alta y delgada que llegaba desde La Yuriki.
Solían regresar al anochecer con uno o dos conejos o palomas para la cena, escena que marcó la infancia del propio Jerez Rochín.
La crónica del locutor no solo revive a estos personajes, sino que también rinde homenaje al espíritu trabajador y resiliente de los cananenses que, con su ingenio y esfuerzo, construyeron identidad, comercio y comunidad en una ciudad que nunca olvida a quienes la hicieron grande desde sus calles.





