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“Supremacista, no pedir perdón a los pueblos originarios de México”
Escrito por: Tomado de Internet
“No pedir perdón a los pueblos originarios de México es arrogante y supremacista”, “todo proceso histórico colonizador es un proceso de barbarie” y “debemos repudiar con un carácter universal la relación colonial” son algunas de las conclusiones de uno de los pensadores más incisivos y lúcidos de España, el catedrático emérito José Luis Villacañas Berlanga, una referencia en el pensamiento filosófico y la historiografía.
En entrevista con La Jornada, el catedrático de historia de la filosofía española de la Universidad Complutense de Madrid aportó sus reflexiones a raíz del gesto realizado el pasado viernes con el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español, el socialista José Manuel Albares, que “lamentó” el “dolor” y la “injusticia” sufridos por los pueblos originarios de México. Entre los libros del académico destacan su obra monumental Ortega y Gasset: Una experiencia filosófica española (Guillermo Escolar Editor) y Max Weber en contexto.
–¿Qué opina del gesto realizado con relación a los agravios sufridos por los pueblos originarios en México durante la Conquista y el periodo colonial?
–Resulta claro ante la opinión pública que el gobierno de España desea mejorar las relaciones con la República Mexicana, algo que resulta completamente necesario en la actual situación geoestratégica del mundo y desde los vínculos generosos que tuvo México con nuestra historia democrática. Los recientes premios Princesa de Asturias, exposiciones sobre la riqueza admirable de la cultura prehispánica, el premio Cervantes, etcétera, demuestra esta captatio benevolentiae. En esta línea, las manifestaciones del ministro Albares constituyen un paso más en esta dirección, reconociendo de forma genérica que todo proceso histórico colonizador es un proceso de barbarie, como una vez dijo Walter Benjamin. Sin embargo, es un paso insuficiente a pesar de la buena voluntad porque esas manifestaciones no tienen la apropiada claridad conceptual.
Felipe VI, mediador y árbitro
–¿Cree que éste puede ser el preámbulo o la antesala a un perdón público y sin cortapisas, quizá pronunciado por el mismo rey de España, como jefe del Estado?
–El gobierno podría dar pasos adicionales. Pero no creo que el jefe del Estado esté en condiciones de dar ese paso fundamental y necesario de reflexionar sobre el hecho de la dominación colonial hispana y sus desdichados efectos sobre los pueblos amerindios.
“La situación política española ha generado un dualismo tan profundo que reduce casi por completo la posición del rey Felipe VI como mediador y árbitro. Y lo más importante, la opinión pública española más extendida sigue anclada en una ignorancia profunda respecto de las cosas de América, por lo que difícilmente podrá ejercer presión en favor de una clarificación razonable de nuestro pasado. Además, la creciente presencia de las posiciones de extrema derecha –por parte tanto del PP como de Vox– produce una brutalidad cultural poco propicia a la inteligencia histórica. En estas condiciones el país está roto y las actuaciones de Estado no se apoyan sobre consensos mínimos. Sólo podemos esperar gestos del gobierno progresista y no sé el margen adicional que puede tener en un contexto tal lábil electoralmente.”
–¿Es un gesto o acto de contrición necesario?
–El más grande país hispanoamericano, México, tiene una dimensión simbólica que afecta a todo el mundo hispano y a su pasado colonial. Por eso es tan importante abordar este asunto. No lo plantearía en términos forenses, ni fiscales. No se trata de hacer un recuento de tragedias y violencias. Los historiadores vienen haciéndolo con objetividad. El problema tampoco se aborda bien desde una conciencia religiosa. Creo que el problema es político y conceptual.
“El Estado español sometió a México y a los pueblos amerindios a una dominación no querida e impuso una cultura de señorío sobre los pueblos indígenas que ha tenido continuidad con la dominación de las élites criollas y que ha producido profundos efectos sobre las clases humildes hasta la actualidad. No se pueden mantener unas relaciones basadas en la igualdad si no se pide perdón por esa imposición.
“La salida de un régimen colonial implica esta actitud de recuperar la igualdad entre los pueblos, lamentando la época de la dominación. Si no se lamenta esa época se confiesa que esa dominación estuvo justificada contra la voluntad de los pueblos. Eso conceptualmente es arrogante y supremacista. Y de esta manera se muestra una actitud que no está comprometida en el presente con la emancipación y la igualdad.
“No se condena el régimen colonial –sea cual sea la transferencia civilizatoria, cultural o religiosa– para cambiar el pasado, sino como una forma de comprometerse con la igualdad en el presente. La única manera de tener relaciones simétricas, bilaterales, igualitarias, es lamentar el tiempo en el que no lo fueron y mostrarse también dolido por aquella violencia. Ese es el sentido de pedir perdón, el inaugurar un tiempo limpio e igualitario entre dos actores.”
Fortalecer el idioma
–¿Considera que esta situación pueda servir para que se conozca mejor ese periodo histórico en ambos países?
–Una vez emitió la televisión española una serie popular sobre los siglos XVI y XVII. Se llamaba Águila Roja. Fue muy vista. Pues bien, la clave de la serie es que teníamos relaciones con Japón y sus artes marciales, pero América no aparecía por ningún sitio. En aquellos siglos todos los ojos estaban puestos en los galeones que llegaban del cerro de Potosí. Y la serie contaba nuestro mundo histórico como si no existiera. Este es un ejemplo de que España tiene reprimida su relación con América. Sólo quiere recordar que llevamos allí el idioma, ignorando que un idioma común puede ser la mejor herramienta de una separación profunda. Y es triste que la presencia de 5 millones de hispanoamericanos en España no haya cambiado las cosas, quizá también por una represión de otra índole. La mejor forma de conocernos y de tener presente de forma integral aquel periodo histórico ha de ser mediante una política cultural profunda y poderosa, no sólo oficial, sino real, sostenida por una conversación académica vigorosa. Tenemos muy buenas universidades y necesitamos trabajar juntos para que el idioma español sea un gran idioma mundial de ciencia y de pensamiento, y no únicamente de cultura popular, música, cine o literatura. Pero una vez más, sin un tiempo nuevo de igualdad, respeto y simetría, siempre nuestras relaciones estarán atravesadas de malentendidos, prejuicios, sospechas y confusiones.
–¿No percibe que todavía hay mucho desconocimiento, cuando no clichés infundados, en la sociedad en general, ya sea de exaltación o de vilipendio de la otra cultura o civilización?
–Es exactamente así. La formidable riqueza cultural del mundo precolombino se desconoce, está sepultada bajo la sombra del prejuicio de la barbarie. Respecto del mundo colonial no se pueden ver las luces si no se ven las sombras. El sistema colonial hispano fue muy específico. No se puede despachar con glorias ni con descalificaciones. Claro que produjo grandes cosas, una red de ciudades imponente, una cultura urbana propia, un mestizaje cultural poderoso. Pero como sistema colonial es injusto, unilateral y produjo tragedias poblacionales sin cuento.
“No cabe duda de que la civilización hispana transfirió a la vez las tragedias y consuelos, mortandad y esperanza, violencia y piedad, expolio y espíritu. Como toda civilización, tiene su cara de barbarie. Pero es responsabilidad de cada generación disponer del criterio adecuado para discriminar lo que retiene y lo que desprecia de su pasado. Lo que podemos repudiar con un criterio universal es la relación colonial. Debemos hacerlo y forjar consensos sobre esto porque nadie excluye que los viejos dominadores pasen a ser dominados. Tenemos que implicarnos en acabar con estas relaciones coloniales y de dependencia, generando respeto, amistad y afecto con aquellos que las padecieron al condenarlas expresamente, porque quizá deberíamos comenzar a ser más cooperativos para no tener que padecerlas todos por igual bajo los aspirantes a señores del mundo.”
–¿Visitará las exposiciones de arte precolombino en Madrid?
–No me las perderé. Recuerdo muy a menudo en mis escritos aquel momento de Bruselas, 1520, en que el emperador Carlos recibió los regalos de Cortés, aquella famosa culebrina de plata y las esculturas policromadas de los dioses de los mexicas. Un testigo de la época, sumido en una depresión creadora y en una atmósfera llena de presentimientos de las guerras que se adivinaban, comentó que hacía tiempo que no se sentía tan feliz y entusiasmado contemplando un arte lleno de promesas de futuro, pleno de imaginación y de fuerza, como ante aquellas estatuas prehispánicas recién llegadas. Era Albrecht Durero y esa contemplación lo alejó de la melancolía por un tiempo. Creo que esa experiencia tenemos que repetirla, una y otra vez. Para apreciar la grandeza civilizatoria mexica y la formidable síntesis cultural mexicana.
https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/11/06/cultura/supremacista-no-pedir-perdon-a-los-pueblos-originarios-de-mexico





