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Escrito por: Redacción

Agua Prieta, Sonora.- El caso de Jesús Armando Loreto-Icedo, Coordinador Municipal de Movimiento Ciudadano, no es un simple escándalo político: es un espejo sucio que refleja lo más podrido de la vida pública local. A lo ya documentado por un tribunal federal de Estados Unidos —que lo clasificó como individuo de riesgo, con historial criminal, sin arraigo, sin estabilidad y con conductas suficientes para ordenar su detención inmediata— ahora se suman videos donde una familiar directa lo acusa de despojar a su propia madrastra, responsabilizándolo moralmente de las muertes de la madre de su tia y del padre del dirigente. No estamos ante rumores ni chismes: estamos ante un retrato descarnado de quién es y cómo actúa uno de los hombres que hoy presume liderazgo político en Agua Prieta.

Movimiento Ciudadano no puede fingir sorpresa. Conocen perfectamente el expediente, las acusaciones y los antecedentes. Saben que Loreto-Icedo no es una figura polémica, sino un exconvicto, un tranza y un mala paga; un personaje marcado por fraudes, mala fe y un historial que en cualquier partido serio lo habría inhabilitado de por vida. Pero aquí no solo lo aceptan: lo promueven, lo exhiben, lo sientan en mesas de trabajo y lo celebran como rostro de “renovación”. Eso no es irresponsabilidad, es complicidad. Es una apuesta deliberada por normalizar lo que en cualquier democracia sana sería inaceptable.

Pretenden maquillar con playeras naranjas lo que está escrito en documentos oficiales. Creen que con fotos, abrazos y discursos reciclados pueden borrar la sombra de un exconvicto señalado por un juez federal como inestable e indigno de confianza. Apuestan a que Agua Prieta no lee, no recuerda, no cuestiona. Apuestan a que la gente se conformará con propaganda y silencio. Pero ya no estamos en tiempos de obediencia ciega: la información es pública, verificable y brutalmente clara. Y quienes intentan blanquearla están subestimando la inteligencia de toda una ciudad.

El mensaje que envían como partido es devastador: que aquí todo se permite. Que no importa qué haya hecho un dirigente mientras pueda levantar una bandera y aparecer en una foto. Que el pasado se borra si el presente conviene. ¿De verdad ese es el estándar político que quieren imponer? ¿De verdad están dispuestos a seguir hundiendo la confianza pública con tal de sostener a un personaje que debería estar rindiendo cuentas, no dirigiendo equipos ni construyendo aspiraciones?

Agua Prieta merece líderes de verdad, no experimentos fallidos ni reciclajes políticos de dudosa procedencia. Merece honestidad, no simulaciones. Y Movimiento Ciudadano tiene una obligación moral que hasta ahora ha evadido: explicar por qué protege, impulsa y legitima a un hombre marcado por señalamientos que cualquier partido serio habría considerado inaceptables. Porque si esta ciudad permite que un expediente tan oscuro se convierta en plataforma de liderazgo, entonces el problema ya no será Loreto-Icedo: será la profunda y vergonzosa tolerancia a la decadencia política que amenaza con devorar el futuro de todos.

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